En el fondo de cada relación humana existe una materia palpable, y esa realidad no cambia, por muchos argumentos o astucias que se utilicen. La realidad era que tú me odiabas, que me habías odiado durante veintidós años, con una pasión cuyo fervor caracteriza sólo las relaciones más intensas, como... sí, como el amor. Me odiabas, y cuando un sentimiento, una pasión, se apodera por completo del alma humana, al lado del entusiasmo arde el deseo de venganza también... Porque la pasión no conoce el lenguaje de la razón, ni sus argumentos. Para una pasión, es completamente indiferente lo que reciba de la otra persona: quiere mostrarse por completo, quiere hacer valer su voluntad, incluso aunque no reciba a cambio más que sentimientos tiernos, buenos modales, amistad y paciencia. Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias. Me odiabas y tu odio era un lazo tan fuerte como si me hubieses amado. ¿Por qué me odiabas?...
El último encuentro
Ya somos dos en el blog:) tú también escribiías que yo creo que vi alguna cosilla tuya en tuenti no?
ResponderEliminarahora a actualizar mucho.
Un beso!
BIIEN! otra mas con blogg :DDDDDD!!
ResponderEliminarpor cierto me gusta mucho el texto ^^.