miércoles, 21 de julio de 2010

Dificultades.




¿Lo sabes? Todo es difícil. Difícil es el amor.
Más difícil es su ausencia. Más difícil es su presencia o
su estancia.
Todo es difícil...

El silencio. La majestad. El coraje;
el supremo valor de la vida continua.
Este saber que cada minuto sigue a cada minuto,
y así hasta lo eterno.

Todo es difícil. El amor. La sonrisa. Los besos de los
inocentes que se enlazan y funden.
Los cuerpos, los ascendimientos del amor, los castigos.
Las flores sobre su pelo.

miércoles, 7 de julio de 2010


Y así, día tras día, ella seguía, con la misma ternura que la primera vez, regando aquellas flores que lo habían creado todo. La perseverancia, la constancia que la caracterizaban eran fruto de un recuerdo. Pero no se trataba de un simple recuerdo, iba más allá. Era la imagen del hombre que un día se presentó con un ramo de flores y que con una sonrisa rompió todos los moldes. Aunque aquel dulce gesto, las continuas miradas que se perdían en la nada, y las caricias que recorrían cada tramo de su piel se esfumaron sin previo aviso. Él huyó, se escabulló sin que un te quiero se deslizara por su boca. Ella no se rindió, se abnegaba a ello. Por eso, al cuidar de aquellas flores, ella creía que consolidaba el lazo que entre ellos había. A pesar de que se equivocaba, pues él nunca volvió, y llegó una mañana en la que las flores se marchitaron, no había nadie que se encargara de ellas; ella se había ido permanentemente. Se fue sin haber oído aquel te quiero, tantas veces soñado y recreado en su interior.

sábado, 26 de junio de 2010



Ni el uno ni el otro tenían vida para nada distinto de pensar en el otro, para soñar con el otro, para esperar las cartas con tanta ansiedad como las contestaban. Nunca en aquella primavera de delirio, ni en el año siguiente, tuvieron ocasión de
comunicarse de viva voz. Más aún: desde que se vieron por primera vez hasta que él le reiteró su determinación medio siglo más tarde, no habían tenido nunca una oportunidad de verse a solas ni de hablar de su amor. Pero en los primeros tres meses no pasó un solo día sin que se escribieran, y en cierta época hasta dos veces diarias, hasta que la tía Escolástica se asustó con la voracidad de la hoguera que ella misma había ayudado a encender.

El amor en los tiempos del cólera

viernes, 25 de junio de 2010

pasión.

En el fondo de cada relación humana existe una materia palpable, y esa realidad no cambia, por muchos argumentos o astucias que se utilicen. La realidad era que tú me odiabas, que me habías odiado durante veintidós años, con una pasión cuyo fervor caracteriza sólo las relaciones más intensas, como... sí, como el amor. Me odiabas, y cuando un sentimiento, una pasión, se apodera por completo del alma humana, al lado del entusiasmo arde el deseo de venganza también... Porque la pasión no conoce el lenguaje de la razón, ni sus argumentos. Para una pasión, es completamente indiferente lo que reciba de la otra persona: quiere mostrarse por completo, quiere hacer valer su voluntad, incluso aunque no reciba a cambio más que sentimientos tiernos, buenos modales, amistad y paciencia. Todas las grandes pasiones son desesperadas: no tienen ninguna esperanza, porque en ese caso no serían pasiones, sino acuerdos, negocios razonables, comercio de insignificancias. Me odiabas y tu odio era un lazo tan fuerte como si me hubieses amado. ¿Por qué me odiabas?...
El último encuentro